miércoles, 25 de enero de 2012

Desde tiempos antiguos, estas especies han sido consideradas símbolos de fertilidad y de vida, pero también de desolación y muerte. ¿Qué dicen los expertos sobre estos “reyes de la noche”?


En México, los murciélagos han sido considerados símbolos de fertilidad y de vida, pero también de desolación y muerte.

En el pasado, los artistas forjaron su figura a golpes de martillo en el oro y en la plata que adornaba las vestiduras de los sacerdotes y de los guerreros y en la piedra de sus templos y edificios. Sin embargo, debido a ciertas ideas y a la ignorancia de su valor, para muchos de nuestros campesinos actuales son heraldos del mal y pocos los estiman como seres útiles.

En la mitología indígena de toda América, el murciélago es una de las deidades más notables, y frecuentemente se le encuentra representado como un dios en las estelas, códices y vasijas mayas. Forjado en oro, aparece entre las piezas del tesoro artístico peruano y se le ha encontrado entre las representaciones zoomorfas de las culturas primitivas de Santo Domingo y Cuba.

Varios pueblos de México llevan el nombre que en las lenguas aborígenes se daba a los murciélagos: Zinacantepec, pueblo cercano a Toluca, significa “en el cerro de los murciélagos”, Zinacantán, en Chiapas, significa “donde viven los tzotziles” o “las gentes del murciélago”. En las comunidades rurales de fuerte influencia nahuatlaca los conocen como chinacos, nombre de clara raigambre azteca derivado de Tzinacan y que, durante las luchas de independencia también se les aplicó a los guerrilleros insurgentes del sur de la República, ya que se ocultaban en cuevas y grutas, y sólo salían a luchar por la noche. En la parte central de Guerrero se les llama quimich papalotl, vocablo que deriva de quimich, ratón y papalotl, mariposa, ya que existe la creencia general de que los murciélagos son ratones viejos a los que les han salido alas.

Etimológicamente, el nombre castellano es murciégalo, y por metástasis se convirtió en murciélago, palabra que se deriva del latín mus, muris, ratón; caecus, ciego y ala, el ala; esto es: mus caecus alatuso ratón ciego alado.

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